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Buenas prácticas para una salud y seguridad con perspectiva de género
La necesidad de aplicar la perspectiva de género a la seguridad y salud en el trabajo se debe a la evidencia de que los riesgos laborales y las patologías causadas por ellos, afectan de manera desigual a hombres y a mujeres.
Esto se debe a diversas causas:
- Distinta biología de ambos sexos, en especial a las situaciones de embarazo y lactancia.
- Segregación horizontal del mercado de trabajo. Los hombres tienen mayor presencia en áreas industriales y construcción y las mujeres en sectores servicios.
- Segregación vertical: las mujeres suelen ocupar empleos de menor cualificación, menor responsabilidad y pocas opciones de promoción. Aunque el nivel de formación es superior en las mujeres, encontramos más presencia de hombres en puestos de responsabilidad. Desde la salud laboral se tiene que tener en cuenta a las barreras que se encuentran las mujeres a la hora de acceder a puestos de responsabilidad.
- Condiciones laborales: las mujeres suelen tener contratos a tiempo parcial y con menor retribución, que tienen consecuencias de la inestabilidad laboral y sus efectos nocivos para la salud mental.
Además, existen riesgos específicos de las mujeres como pueden ser:
- Acoso, laboral genérico o sexual: En general, riesgos denominados psicosociales, relacionados con la propia organización del trabajo, que afectan en particular a la salud mental, en forma de estrés, depresión, ansiedad, violencia en el trabajo, acoso, etc.
- Conflicto familia-trabajo o Conflicto trabajo-familia. Doble presencia. Aunque se está poniendo más énfasis en el aspecto de la conciliación de la vida laboral y familiar, es una cuestión que se debe abordar en las organizaciones no sólo para evitar estos conflictos sino también se debe abordar desde la acción preventiva en la empresa, a través de la evaluación de riesgos, que permita identificar y valorar las posibles consecuencias del riesgo sobre la salud de la plantilla.
- Estrés laboral.
El estrés es una respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento del individuo que intenta adaptarse a las presiones internas y externas. Es un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal y suele provocar trastornos físicos y mentales.
En estos casos, la persona percibe que no dispone de recursos suficientes para afrontar la problemática laboral. El estrés se convierte en un riesgo para la seguridad y salud cuando es prolongado.
- Mobbing o acoso moral.
Tiene claros efectos sobre la salud de las personas, e inciden en los afectados de forma muy variada. Es cuando una persona o un grupo de personas ejercer violencia psicológica extrema, de forma sistemática (al menos una vez a la semana) y por un tiempo prolongado (al menos 6 meses), sobre otra persona en el lugar de trabajo. De ello, la importancia de que la organización cuente con un protocolo de actuación sobre la prevención del acoso sexual y/o por razón de género.
- Síndrome del trabajador quemado.
El resultado de un proceso de estrés crónico laboral y organizacional que termina en estado de agotamiento emocional y de fatiga desmotivante para las tareas laborales (carga de trabajo, falta de control y autonomía, ambigüedad y conflicto de rol, malas relaciones con los compañeros, falta de apoyo social, falta de formación para desempeñar las tareas, etc.)
- Acoso sexual.
Es aquella conducta de naturaleza sexual u otros comportamientos basados en el sexo que afectan a la dignidad de la mujer y el hombre en el trabajo, incluido la conducta de superiores y compañeros, y que resulta inaceptable si;
- Dicha conducta es indeseada, irrazonable y ofensiva para la persona que es objeto de la misma.
- La negativa o el sometimiento de una persona a dicha conducta por parte de los superiores y los compañeros se utiliza de forma explícita o implícita como base para una decisión que tenga efectos sobre el acceso de dicha persona a la formación profesional y al empleo, sobre la continuación del mismo, el salario o cuales quiera otras decisiones relativas al empleo y/o
- Dicha conducta crea un entorno laboral intimidatorio, hostil y humillante para la persona que es objeto de la misma; y de que dicha conducta puede ser, en determinas circunstancias, contraria al principio de igualdad de trato.
Uno de los aspectos problemáticos del acoso sexual reside en aquellos supuestos en que las conductas indeseadas no llegan a una acción violenta del primer tipo, sino que consisten en insinuaciones, propuestas, manifestaciones verbales que también agreden al trabajador afectado pero que lo hacen más desde una perspectiva psíquica que física, ya que las acciones violentas tienen una clara cobertura penal.
Normativa
El artículo 4.7.d de Ley de prevención de riesgos laborales (LPRL) reconoce expresamente que "todas aquellas características del trabajo, incluidas las relativas a su organización y ordenación" son susceptibles de producir daños y, por lo tanto, objeto de la actividad preventiva. La salud también puede verse afectada por la organización del trabajo. Desde esta perspectiva, los riesgos psicosociales son contextos laborales que dañan la salud en el trabajador de forma importante, aunque en cada trabajador o trabajadora pueda afectar de manera diferente.
Es obligado, por tanto, a la hora de hacer prevención, reflexionar sobre cómo abordar todas las diferencias existentes entre hombres y mujeres para dar respuesta a las diversidades de realidades en el mundo del trabajo.
Por ello, la integración de la perspectiva de género en la prevención pasa por investigar las áreas relevantes para las mujeres trabajadoras, no subestimar a los riesgos a los que se exponen y garantizar que las medidas preventivas se adoptadas sean las necesarias y las adecuadas incluyéndola en la gestión preventiva. Debe existir en la organización una conciencia respecto a esa necesidad, sobre todo en la dirección de la empresa, pero también en el resto de la plantilla.
Como siempre, es necesario trabajar en la cultura preventiva y en la cultura de la organización para poder integrar estos conceptos en la organización y para hacer ver a todas las personas integrantes las razones por las cuales es preciso tener en cuenta la perspectiva de género en la gestión preventiva.
La integración supone que todos los niveles jerárquicos de la empresa asuman la obligación de incluir la prevención de riesgos en cualquier actividad que realicen u ordenen y en todas las decisiones que adopten, y especialmente la dirección y las personas responsables deben comprometerse y contribuir a crear un clima que fomente la prevención y la igualdad.
¿Cómo podemos integrar la cultura preventiva, desde la perspectiva de género en las empresas?
Hay que partir del plan de prevención de igualdad, como herramienta fundamental de integración y que debería contener, entre otros, los siguientes objetivos:
- Implementar la perspectiva de género en la salud laboral y la prevención de riesgos laborales dentro de la empresa.
- Incremento del conocimiento sobre la seguridad y salud de las mujeres y los factores que influyen en ella.
- Análisis del impacto que los accidentes/incidentes y enfermedades tienen en mujeres y hombres.
- Representación equilibrada en los procesos de consulta y participación.
- Eliminación de desigualdades.
- Formación en prevención con perspectiva de género.
- Establecer las medidas necesarias para combatir el acoso sexual y el acoso por razón de género en el ámbito laboral.
Por tanto, el Plan de Igualdad en estrecha relación con la evaluación de riesgos ha de:
- Valorar los puestos, los sectores o categorías donde la presencia femenina es mayor y desgranar la existencia de posibles factores de riesgos psicosociales.
- Valorar la correcta aplicación de las previsiones preventivas en relación con el embarazo y la lactancia.
Evaluación de riesgos
A la hora de elaborar la evaluación de riesgos, se deberá comprobar si hombres y mujeres a pesar de tener la misma categoría, realizan las mismas tareas y de la misma manera. Si nos limitamos a realizar la evaluación de riesgos por categorías, nos impedirá encontrar posibles riesgos y comparar los efectos sobre la salud de hombres y mujeres.
La mejor fuente de información sobre las condiciones y sobre las tareas que se realizan son los propios trabajadores y trabajadoras, que pueden aportar sugerencias y posibles soluciones a los riesgos existentes. Por tanto, será imprescindible contar con su participación
En conclusión, la integración del enfoque de género en el proceso de evaluación de riesgos consiste en visibilizar en las fases de recogida de información, identificación de peligros y análisis de los riesgos, las posibles diferencias existentes entre hombres y mujeres en cuanto a las condiciones en las que desempeñan el trabajo, que tendrá como consecuencia una diferente exposición a los riesgos, así como las distintas consecuencias que el riesgo puede tener para ellos y para ellas en función de sus características y situaciones personales.
A todo ello, hay que añadir que es necesario sensibilizar a todo el personal y los principales colectivos implicados, y entrenarles en prácticas no sexistas y mejorar su capacidad para incorporar la perspectiva de género en el trabajo.
DOCUMENTOS:
- Recomendaciones maternidad (307,59 KB)
- Buenas prácticas maternidad (351,44 KB)
- Evaluación de riesgos desde la perspectiva de género (416,63 KB)
- Buenas prácticas de salud y seguridad desde la perspectiva de género (211,79 KB)